Introducción

Estrategia Nacional de Prevención y Reducción de las Pérdidas y Desperdicios de Alimentos 

La Estrategia Nacional de Prevención y Reducción de las Pérdidas y Desperdicios de Alimentos se enmarca en el Plan Nacional de Gestión de Residuos (PNGR) y surge de un proceso ampliamente participativo e intersectorial liderado por el Ministerio de Ambiente entre 2022 y 2023. Para su elaboración, se conformó un grupo de trabajo integrado por representantes del sector público, privado, académico y de la sociedad civil. La Estrategia además estuvo en consulta pública durante el mes de julio de 2023.

Su misión es ser un marco de articulación y de acción que involucre a los diversos integrantes del sistema alimentario y genere el compromiso de la sociedad en su conjunto, con el fin de prevenir, reducir y mejorar la gestión de las pérdidas y desperdicios de alimentos en nuestro país.

Se estructura en cuatro ejes que distinguen grandes áreas de trabajo y de actuación.

El primero es Fortalecimiento e integración de políticas públicas y busca consolidar la gobernanza y el marco normativo así como políticas públicas que promuevan la prevención, reducción y medición de las pérdidas y desperdicios. 

El segundo es Cadena de Valor responsable y sostenible y busca involucrar a los actores de la cadena de producción y suministro de alimentos para reducir las pérdidas y los desperdicios de manera efectiva y duradera, impactando de forma positiva en el uso de recursos y en la mitigación del cambio climático. 

Mientras el primer eje pone el foco en las acciones que podemos liderar principalmente desde el sector público, el segundo se enfoca en las acciones que pueden desarrollar los actores de la cadena de suministro de alimentos: producción primaria, logística de transporte, industria, distribución y servicios de alimentación.

El tercer eje es Recuperación, distribución y circularidad de alimentos. El objetivo es fortalecer la efectividad y la transparencia de las alternativas que proponen un uso más circular de los alimentos, aportan a la mejora de la seguridad alimentaria nacional y mejoran la gestión de los residuos orgánicos. En este eje hay líneas de trabajo vinculadas con la donación de alimentos para consumo humano, así como estrategias de valorización de residuos de alimentos para otros destinos (consumo animal o compostaje, por ejemplo), cuando ya no es posible destinarlos al consumo humano. 

Por último, el eje Cambios de comportamiento hacia un mayor cuidado de los alimentos procura modificar los comportamientos de los consumidores en torno a los alimentos, mediante la investigación, la capacitación, la comunicación y otras estrategias a través de las cuales se reconoce el valor de los alimentos a nivel económico, cultural, social, y ambiental. 

La Estrategia plantea metas a corto, mediano y largo plazo. A corto plazo, principalmente se enfoca en la implementación de proyectos en las cadenas priorizadas, a saber, sector lácteo, frutas y hortalizas y sector avícola, y en el fortalecimiento del sistema de medición y el monitoreo de las PDA para mejorar los niveles de información. 

A mediano y largo plazo, hay metas de reducción alineadas con los Objetivos del Desarrollo Sostenible y con el PNGR. En concreto, se busca reducir tanto las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción, como el desperdicio de alimentos en la venta al por menor y a nivel de los consumidores, al menos un 20% al 2027 y un 50% en diez años

Además, se apunta a que más del 70% de los residuos de alimentos generados sean valorizados, teniendo una gestión alternativa a la disposición final y reducir un 70% las emisiones de gases de efecto invernadero debidas a las PDA en todo su ciclo. Esto se pretende alcanzar también al 2032.